A partir de la primavera, cuando los días se alargan y la cena se vuelve un objetivo lejano, el Circolo Massimo devela la intimidad de sus jardines y su terraza con una nueva costumbre: servir su flamante Gran Té Italiano. Con vermouth, limonada, agua mineral, sándwiches en focaccia, bruschettas capresse, grisines artesanales envueltos en prosciutto, cuadrados de manzana, brownies, muffins con chips de chocolate y scons con amapolas y mermelada, el té se convierte en anhelo goloso que sorprende.
Como marco, los jardines de la mansión Leloir con sus esculturas originales, sus árboles centenarios y la amplia terraza aristocrática proyectada por el arquitecto noruego Alejandro Christophersen.
Una buena forma de celebrar los aires primaverales en Buenos Aires, sin renunciar a los goces palaciegos porteños.
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